Saliendo de paseo por el mundo de los mortales observe como cada ser vivia en su propio mundo, sin preocuparse por los demas, sin que los demas se preocupen por uno.
El niño que camina con su madre, desconociendo enteramente lo que pasa a su alrededor, seguro de que tomado de la mano de su progenitora no le pasara nada. El estudiante que corre, atropellando a quien se atravieza en su camino, por no volver a llegar tarde a clases debido a que se quedo dormido nuevamente. El empresario que toca la bocina freneticamente en el embotellamiento, sabiendo que sin importar cuanto lo haga el trafico no va a disminuir.
Igual que en el mundo terrenal, en el mundo del alma ocurren las mismas escenas. Dentro de cada uno existen esa infinidad de personajes, con sus historias y sus motivos, sus aspiraciones y luchas, conviven dentro nuestro sin que nos demos cuenta de ello. En el fonde de nuestra alma esta ese niño, ese estudiante, ese empresario. Esta la madre, esta el trafico, esta el tiempo es nuestra contra.
Estan presentes cada vez que estamos con esa persona que nos calma, en ese momento en que no tomamos las previsiones necesarias, cuando perdemos el control de las cosas y solo el instinto guia nuestro caminar.
El mundo exterior no es mas que el reflejo de la realidad del alma.
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