Alguna vez has estado sin estar? No me refiero a estar aburrido e imaginarte en otro lugar; como en clase de física que alucinas estar en tu casa o sabe dios donde. Me refiero a irte mentalmente, huir de una situación, un cuarto o de una realidad en general. Pero como no hay donde ir, te quedas en la nada, en el espacio, en el vacío inexistente. Miras todo lo que te rodea pero no lo observas, como si no estuvieran ahí o solo fueran sombras de un recuerdo. Dejas de hablar. Los sonidos penetran en tus oídos pero no los escuchas. No están. Son el viento de aquello a lo que eres indiferente. Te sientes difuminado, borroso; un chiste dibujado en el cuadro de un gran artista. Empequeñecido, atontado, solo, confundido. Lo realmente preocupante de esta situación es cuando no quieres regresar. Donde sea que te encuentres es mejor de lo que hay afuera. Si has podido experimentarlo supongo que comprenderás; cómo inventas una estancia negra cuando todo lo claro es fatal. Cómo es cuando llega el caos y no hay vuelta atrás. Cuando la culpa infernal te invade sin razón y el único que sufre con tigo es tu retrato.
Post cortesia de Mariana Vermejo, una amiga a quien le pedi una colaboracion para este humilde blog
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